Una agencia inmobiliaria es, sin duda, una entidad necesaria en las actuales compraventas de vivienda. Ten en cuenta que quienes, como clientes, accedemos al mercado inmobiliario, no somos especialistas. Por ello requerimos ir de la mano de quienes conocen el sector para poder tomar las mejores decisiones. Si quieres enfocar tu carrera profesional hacia este ámbito profesional, descubre cómo ser agente inmobiliario.
Sigue leyendo porque te contamos cuáles son las funciones de una agencia inmobiliaria y en qué se diferencia de una promotora. Síguenos.
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Agencia inmobiliaria vs. promotora
Esta comparación es una de las más habituales, puesto que también es frecuente la confusión. En este sentido, conviene aclarar que la promotora suele asociarse a la empresa constructora. Se trata de una firma que planifica y desarrolla las viviendas a vender. Se encarga de pensar en un diseño con salida y de presupuestar, junto a la constructora, la obra. Posteriormente, controlará que todo el proceso se lleve a cabo según las calidades y los plazos acordados. Asimismo, se ocupará de publicitar las promociones de pisos, de manera que su público potencial pueda conocerlas.
Por su parte, la inmobiliaria se va a encargar solo de la comercialización de las viviendas que figuren en su cartera. Por consiguiente, no habrá participado en los proyectos de diseño y construcción de los pisos. Sin embargo, existirá algún tipo de relación de afinidad, no solo comercial, con los promotores o constructores. De lo contrario, si no existiera este vínculo, no se produciría esta colaboración. Una cooperación que, económicamente, es lógico que interese a ambas partes.
Los trabajadores de la agencia inmobiliaria
El número de empleados con los que cuenta una agencia inmobiliaria depende, sobre todo, de su volumen de negocio. Un agente inmobiliario, de hecho, puede trabajar en calidad de freelance. Nos referimos a que es un profesional autónomo que trabaja sin la colaboración directa de empleados que le ayuden.
El agente de la propiedad inmobiliaria (API) es el principal trabajador de una de estas compañías. Se encarga de realizar la intermediación oportuna entre los vendedores y compradores. Tanto unos como otros pueden ser perfiles distintos, es decir, empresas o particulares.
Los agentes inmobiliarios que trabajen en una de estas empresas siempre van a estar colegiados. Esta certificación supone, sin duda, una garantía contra el intrusismo laboral que suele haber en estos negocios. Su función es la de facilitar, gracias a su cartera de contactos, las operaciones. Operaciones tanto de compraventa como de alquiler.
No obstante, las empresas más grandes contarán con otros perfiles. En las más modestas el agente inmobiliario absorberá la mayoría del trabajo. Pero las que se lo pueden permitir llegan a contar, por ejemplo, con un captador de viviendas. Este profesional es un proveedor de productos inmobiliarios que crea la base de datos que requerirá su público objetivo.
Una inmobiliaria grande, por su parte, podrá contar con personal administrativo. Sin ir más lejos, el de secretariado, que aliviará diversas labores burocráticas a los agentes. El director y el gerente también son figuras relevantes en el organigrama de esta agencia. Y, sin duda, el asesoramiento jurídico de un abogado va a resultar clave. Puede estar en nómina de la empresa o ser subcontratado. Pero el caso es que resulta fundamental para redactar contratos y tener seguridad jurídica en la toma de decisiones.
Funciones y servicios de una agencia
Una agencia inmobiliaria es un negocio que intermedia en las compraventas y los alquileres de pisos. Por consiguiente, ha de contar con una amplia base de datos de viviendas. Maneja informaciones tanto de propietarios que quieren vender pisos como de clientes que desean comprarlos. Asimismo, controla un mercado semejante, pero relativo al alquiler. Ten en cuenta que, en esta modalidad de residencia, cada vez nos vamos acercando más a las tendencias europeas.
Establece unas bases de datos que, además, ha de saber gestionar en función de los rigores del mercado. No solo, por tanto, de los de los interesados. En este aspecto, se habrán realizado evaluaciones sobre la segmentación del público objetivo. Por ejemplo, en la inmobiliaria serán conocedores de las demandas concretas de los turistas extranjeros. Asimismo, estarán pendientes de las épocas en las que más solicitudes se reciben y se anticiparán a ellas.
Esta última medida está en consonancia con su capacidad para realizar campañas de marketing. Campañas que beneficiarán a la oferta con la que cuentan, pero también a sus intereses. Dominan los formatos online y offline para realizar una publicidad que posibilite el cierre de más operaciones. Y ya sabes que a más cierres de operaciones, más comisiones.
Por último, en la agencia inmobiliaria prestarán asesoramiento sobre diversas cuestiones administrativas y jurídicas. Poner en marcha la venta o el alquiler de un piso implica llevar a cabo diversos trámites. Son gestiones que tanto a la inmobiliaria como a los clientes les interesa que sean rápidas.
Tipos de inmuebles
En el estado español, la Ley del Catastro Inmobiliario clasifica los tipos de inmuebles en urbanos, rústicos o con características especiales. Para entendernos, el Catastro es un registro administrativo donde la clasificación obedece a una finalidad tributaria del Estado. Así pues, el carácter urbano o rústico de un inmueble dependerá del suelo en el que esté edificado.
Mientras el inmueble urbano es utilizado para construir viviendas, comercios o industrias, el rústico será utilizado para la explotación agraria, como reserva o refugio natural. Después están los inmuebles de características especiales, que están relacionados con su función. Por ejemplo, serían catalogados como tal las autopistas, aeropuertos o saltos de agua.
Para clasificar un inmueble se debe tener en cuenta tres factores: uso, ubicación y calidad de la construcción, todo relacionado con el valor de la finca. Así pues, según el uso encontramos las viviendas residenciales, las oficinas, los locales o naves y los terrenos o solares.
Según la ubicación, encontramos:
- Clase A. Zona premium.
- Clase B. Alrededores de las zonas premium.
- Clase C. Resto de zonas
Respecto a la calidad, encontramos la inferior a la normal o sencilla, la habitual, la superior a la normal y la calidad de lujo. Así pues, un piso puede estar ubicado en una zona premium y la calidad de la construcción ser buena. Todos estos factores son muy importantes a nivel de inversión inmobiliaria.
Ventajas de comprar, alquilar o vender en una inmobiliaria
Por último, toma nota acerca de por qué te puede interesar realizar cualquiera de estas operaciones en una inmobiliaria.
En primer lugar, los clientes no tienen acceso, por sus propios medios, a tantas ofertas. Ofertas o demandas. Tanto si quieren comprar como si desean vender o si serán arrendadores o inquilinos, les conviene tener más información. Y ninguna organización tiene más datos sobre cartera de viviendas que una inmobiliaria.
Por tanto, el cliente optimiza sus posibilidades de éxito. Y, si es vendedor, puede obtener una rentabilidad prácticamente inmediata a cambio de una comisión. Aparte, si quiere vender o alquilar un inmueble de su propiedad, podrá beneficiarse de las campañas publicitarias. Unas campañas que van desde la cartelería al home staging y que sirven para poner la vivienda en el mercado.
Finalmente, el mercado inmobiliario está repleto de trámites que interesa hacer en tiempo y forma. Gestiones desconocidas para un profano en la materia. Por consiguiente, vale la pena estar asesorado por un agente que nos las facilitará. Desde la firma de contratos al pago de impuestos.
En definitiva, una agencia inmobiliaria es un servicio que conecta la oferta y la demanda de viviendas.