La integración vertical es un tipo de estrategia de crecimiento empresarial. Consiste en que una compañía pasa hacerse cargo ella misma de las actividades que previamente había delegado a terceros. Las actividades suelen centrarse en el proceso productivo, que se organiza en diferentes fases: desde la explotación de los recursos naturales hasta la venta del producto final. Es precisamente dentro de dichas fases (que pueden variar dependiendo del mercado y proceso) donde se aplica la integración vertical. Así pues, si quieres saber las ventajas de implementar esta estrategia, sí como los tipos que hay, sigue leyendo. Y recuerda que contamos con una amplia variedad de cursos de administración y dirección de empresas para que puedas profesionalizarte.
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¿Cuáles son los beneficios de la integración vertical?
La integración vertical de una empresa no es tarea fácil, como tampoco es una garantía de éxito. Ahora bien, cuando se consigue hacer, los beneficios que aporta son múltiples.
En primer lugar, se reducen considerablemente los costos de producción y los costes extras derivados de los intermediarios, que encarecen el precio final. También se asegura una continuidad y control de los suministros, así como el cumplimiento de unos estándares de calidad en los productos. Esto supone un valor añadido y diferencial de la competencia.
A través de una estrategia de integración vertical, las empresas pueden plantear mejor el trabajo y tener un mayor control sobre los procesos. Lo mismo pasa con los precios, que es la misma empresa quien tiene la capacidad para fijarlos y controlarlos. De esta manera, la integración vertical permite reducir procesos intermedios, como los relacionados con la logística, y los costes de transacciones. Con todo ello, un negocio se vuelve más rentable porque los márgenes son mayores.
Un claro ejemplo de éxito de integración vertical es Apple, que se encarga de todas las fases de producción de sus productos.
Riesgos o desventajas de la integración vertical empresarial
Este tipo de estrategia vertical también tiene sus inconvenientes. A grandes rasgos, supone una mayor exposición a las fluctuaciones económicas, porque todo el tejido empresarial está conectado. Además, existe una mayor dificultad a la hora de adaptarse a los cambios e innovar, por lo que la reorientación es clave. Y, en ciertos casos y momentos, puede darse el caso de que los costes de producción sean superiores a los de los proveedores.
Tipos de integración vertical empresarial
A la hora de implementar una estrategia de integración vertical, puede hacerse de tres maneras diferentes. Estas son:
Hacia atrás
La empresa se asocia o adquiere a otra para encargarse de las fases previas a la producción del producto que venden. Pongamos de ejemplo un e-commerce que vende pantalones tejanos. La integración vertical hacia atrás consistiría en que esta se convierta en la propietaria de la fábrica que produce la materia prima o incluso la que los produce directamente.
Hacia adelante
En este caso, la empresa es la propietaria o se encarga de las fases de producción que están más cercanas al cliente. Es decir, la empresa adquiere un centro logístico o diferentes canales de distribución. Con ello, la compañía también consigue tener cierto contacto directo con el cliente, quien aportará información de gran relevancia para mejorar la toma de decisiones de la empresa.
Compensada
Este tipo de estrategia incluye las dos anteriores y suelen integrarlo las multinacionales. Una empresa cuenta con otras propias o asociadas que producen y distribuyen los productos. Un ejemplo de ello es Inditex, que diseña, produce y vende sus productos a través del mismo grupo empresarial.